¡Todo era amor... amor!
No había nada más que amor.
En todas partes se encontraba amor.
No se podía hablar más que de amor.
Amor pasado por agua, a la vainilla,
amor al portador, amor a plazos.
Amor analizable, analizado.
Amor ultramarino.
Amor ecuestre.
Amor de cartón piedra,
amor con leche...
lleno de prevenciones,
de preventivos;
lleno de cortocircuitos,
de cortapisas.
Amor con una gran M,
con una M mayúscula,
chorreado de merengue,
cubierto de flores blancas...
Amor espermatozoico, esperantista.
Amor desinfectado, amor untuoso...
Amor con sus accesorios, con sus repuestos;
con sus faltas de puntualidad, de ortografía;
con sus interrupciones cardíacas y telefónicas.
Amor que incendia el corazón de los orangutanes,
de los bomberos.
Amor que exalta el canto de las ranas bajo las ramas,
que arranca los botones de los botines,
que se alimenta de encelo y de ensalada.
Amor impostergable y amor impuesto.
Amor incandescente y amor incauto.
Amor indeformable.
Amor desnudo.
Amor-amor que es,
simplemente, amor.
Amor y amor...
¡y nada más que amor!
Oliverio Girondo
2 comentarios:
Eso espero... cesó hace tiempo, pero parcialmente.
Lo que pasa es que ahora se están abriendo las heridas del pasado... vuelven a escocer en la piel...
Me ha gustado este poema. Y el estilismo de tu blogspot también...
Un beso
Girondo es un maestro. Uno de sus mejores poemas. Buen blog
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